¿Tienes vértigo? En caso afirmativo el punto de observación que te presentamos hoy no es apto para ti, ya que está construido, en su mayoría, suspendido en el aire.
Situado en la localidad cántabra de La Gándara, el mirador aéreo de las cascadas del río homónimo sobresale a 300 metros de altura mediante una estructura metálica con barandillas de cristal que permite visualizar la increíble belleza de la comarca de Soba. Además, el suelo está formado por una red metálica que, a pesar de suponer un pequeño problema para las visitantes que lleven zapatos de tacón, posibilita visibilizar el espectáculo que tenemos a nuestros pies.
Desde este mirador se observa la gran brecha que el río ha creado en el paisaje con el paso de los años. Entre los verdes prados, las aguas se abren camino en forma de amplias cascadas. Cerca de este fenómeno divisamos diversos núcleos urbanos que se han ido situando en torno al río. De la misma forma, industrias artesanales como molinos, una fábrica de harinas y varias herrerías han elegido la misma ubicación para utilizar la fuerza del agua para su producción. Y, si levantamos la vista más allá, al fondo veremos las desgastadas cimas del Parque Natural del Asón.
Todo este panorama forma un enclave excepcional en el que se respira mucha tranquilidad, puesto que únicamente se escuchan sonidos naturales, como el del río al pasar. Además, la impresión de estar suspendido en el aire le aporta a la experiencia una sensación especial mientras disfrutamos de las maravillosas vistas.
Este entorno es tan mágico que tiene su propia leyenda. Los lugareños cuentan que hace muchos años dos jóvenes, un pastor y la hija de un noble, se enamoraron perdidamente. No obstante, el padre de ella y una poderosa ajana, que pretendía al pastor, se oponían a la relación. A pesar de los numerosos intentos por separar a la pareja, esta cada vez se encontraba más unida. Entonces la ajana, cegada por los celos, decidió utilizar su magia para encerrar al pastor y a su amada en dos cuevas, cada una de ellas situada a un lado de la montaña. Sin embargo, al día siguiente de los dos puntos comenzó a brotar agua creando dos ríos que se precipitaban por el valle hasta unirse en uno solo. Al ver lo ocurrido, la ajana quiso liberar a los enamorados, pero no llegó a realizarlo, ya que resbaló cayendo al agua y ahogándose en lo que la leyenda cree que son “las lágrimas de los dos jóvenes amantes”.
Para llegar a este vertiginoso mirador debemos acceder por la carretera secundaria CA-256 desde Ramales de la Victoria hasta la localidad de La Gándara. O bien desde Arredondo en la CA-261, que liga Ramales de la Victoria con Solares, pasando por Asón. Asimismo, una tercera opción para acceder al pueblo es a través de la localidad burgalesa de Espinosa de los Monteros. Una vez en el municipio, es recomendable aparcar en el Centro de Interpretación de los Collados del Asón. Desde ahí existe un sendero breve audio guiado que nos permitirá conocer cómo se crearon los tesoros naturales del lugar y otras muchas curiosidades que esta tierra cántabra esconde.
Autor de la foto: Mikel (Fuente: Turismo de Observación)